Capítulo 4-1-4

CAPÍTULO 4
PARTE 1-4: EL APOCALIPSIS

 

Un gigantesco meteoro llameante cayendo a la tierra.
Criaturas gigantes reunidas.
La tierra siendo sumergida bajo una gran inundación.
Un hombre trepando una cadena.
Una chica desnuda comiendo una fruta.
Aves metálicas surcando el cielo rojo.
Alguien sonriendo desde una extraña cajita.
Cisnes cantando sus últimas palabras en la tierra desolada.
Escenas dando vueltas en la cabeza de Hannes con extrema velocidad. Se agachó, cubriendo su cabeza con sus manos.

“Al nacido de la cascada de Dios, escúchame.”

Una misteriosa voz comenzó a hablar en su mente.


“El mundo está lleno de pecado."
“La ley del intercambio equivalente debería ser obedecida estrictamente. Pero los arrogantes Huminas siempre creyeron que merecían todas esas fortunas.”

“Los aldeanos han estado disfrutando de los milagros por largo tiempo. Creyeron que todo les era dado. Nunca quisieron pagar por ello.”

“Pensaron que lo creían es la verdad, pero es justo lo contrario. Ellos rompieron la armonía del medio natural y distorsionaron la verdad.”

“Ser servido sin pagar, eso es llamado. Orgullo. Un pecado mortífero.”

“Ahora es momento de que paguen por todo eso.”

“Tú eres la elegida; deberías proteger la causalidad y regularidad de este mundo. Destaza a los pecadores y deja a la falsa verdad perecer. Ese es tu deber sagrado.”

En el fondo de la cascada, algo se despertó en Hannes.
Sin decir palabra, tomó la enorme espada y empezó a subir las escaleras en espiral.

“Tienen que pagar por los milagros… con sus vidas. Es para proteger la causalidad y regularidad de este mundo."

“Yo soy la elegida. Estoy obligada a cazar a los pecadores que rompieron la ley de
la Naturaleza. Es para eso que nací.”

Viendo a Hannes salir del pozo, los aldeanos se arrodillaron ante ella y rezaron.

- Santa Hannes, por favor… Usted es la hija milagrosa de
la Sagrada Cascada… ¡Por favor, haga algo con su poder de salvación! ¡De verdad no podemos perder el agua de la cascada!

Hannes titubeó. Los recuerdos de su día a día con los aldeanos aún permanecían vivos.

Fueron los aldeanos los que la levantaron, le dieron felicidad y respetado como una santa… No podría recordar todas esas cosas tan fácilmente.

“¿Qué debería hacer?”

Lágrimas se deslizaban por su rostro.

“Recibí mucha felicidad de ellos. Pero tengo que poner un fin a la suya.”

“Oh, Dios… Quizá los aldeanos no sabían nada sobre la ley de
la Naturaleza. Eso es un pecado mortal. Pero, ellos sólo querían llevar una vida feliz. ¿Es eso un pecado imperdonable?”

“¿Estaría bien destazarlos a todos?”

Con lágrimas en sus ojos, levantó su vista al cielo y oró por perdón.

“Ellos están distorsionando la verdad. La ley de la causalidad se romperá por la distorsión de la verdad. Eso causará la destrucción del mundo.”

“Todo volverá a ser nada. Todas las cosas perderán el sentido de su existencia. Es mucho más horrible que la muerte, ¿no crees?”

“Será honorable para todos, regresar a
la Naturaleza.”

“Tú eres la elegida, no lo olvides. Es tu deber sagrado proteger la ley de
la Naturaleza. Ahora, levanta tu espada.”

Oyendo el Apocalipsis, su cuerpo empezó a temblar violentamente. De repente, sus ojos se volvieron rojo carmesí.
Entonces, levantó su enorme espada; ésta empezó a arder en llamas.

Fallarien se convirtió en un furioso infierno llameante.

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