CAPÍTULO 1: SU NOMBRE ES SHAMSHIR
ISFAPHAN

El Reino de Azuelgatt, ubicado en la parte Este del continente, fue establecido hace unos 150 años por el grupo étnico oriental Assem.
Hace un par de años, de repente, el Sagrado Reino de Noigllado hizo que su ejército invadiera Azuelgatt. Ciertamente, este país no poseía el poder para resistir la invasión de la nación más poderosa del continente. Las fuerzas de defensa lucharon a puño limpio por su falta de municiones; pero luego de frecuentes fracasos, fueron desplazados a la línea Este de las Dunas Latakia.
La Fortaleza de Doroah era la última y única que les permitía proteger la ciudad capital, Isfaphan. Allí, las Fuerzas de defensa estaban lideradas por una joven general. Shamshir tenía 15 años, cuando fue reclutada como comandante del ejército por su padre. En ese momento, el continente completo se encontraba en una gran paz, las Fuerzas nunca actuaban más que en rol de policía. De a poco, Shamshir empezó a aburrirse del ejército; ella quería desafiar a los más fuertes. Un día, le fue ordenado exterminar a un grupo de bandidos que habían cometido varios crímenes alrededor de Pananora. Cuando estuvo frente al líder de los bandidos, oyó un rumor interesante…

-Tus ojos me dicen que estás ansiosa por obtener más poder. Estás muy aburrida de ese tedioso ejército, ¿no es así? - dijo el líder de la banda arrestada, con una sonrisa siniestra.

-Permíteme contarte algo interesante. ¿Conoces esa Cueva de Arena de Assia? Queda al sur de Amuss. Dicen que un tesoro excepcional yace dentro de ella, esperando a que alguien lo despierte. Es una cimitarra*. Una misteriosa y poderosa cimitarra. Es toda tuya… ¡Si puedes encontrarla! ¡Ajajajajajaja!

Shamshir consideró esto como una tontería al principio, pero esas palabras la molestaron todo el día.

“Los días son tan aburridos… Supongo que no hará daño si lo investigo. Será mejor que perder mi tiempo aquí.”

Al día siguiente, Shamshir desapareció.

- Quizá fue mi culpa. Aún es muy joven para ser reclutada como comandante…  -pensó su padre, Shaldile.

Como buen padre, no culpó a su hija, sino que pensó en sí mismo.
Aún así, después de un largo tiempo, Shamshir no regresaba. Finalmente, dio la cara ante su padre, justo cuando éste estaba a punto de perder la paciencia.

- Shamshir, ¿por qué escapaste? ¿A dónde fuiste?  -preguntó su padre, muy desanimado.

- Padre, no te preocupes por favor. Déjamelo todo a mí.

Antes de que Shaldile pudiera abrir la boca, Shamshir le pidió que la apuntara como comandante en jefe de la Fortaleza de Doroah. Sin palabras qué decir, Shaldile sólo asintió.
El General Adnowell, comandante en jefe de la Armada Sagrada, ya había dispuesto sus 40 mil combatientes ante el frente de Doroah. Ya había oído del explorador que Shamshir estaba a cargo de la Fortaleza de Doroah. Como comandante y caballero, conocía muy bien a Shamshir. Para luchar de forma justa, utilizo la formación  Testudo, una excelente estrategia defensiva, aunque sólo hubiese 4.000 soldados en la fortaleza.

- ¡Shamshir, aunque seas poderosa como el dios de la guerra, quedarás impotente frente a mis 40 mil caballeros élite!

Contemplando la fortaleza, Adnowell comenzó a sentirse triste. Exactamente como Shamshir, él también deseaba desafiar al poderoso.

- Hoy, uno de los guerreros más poderosos de este mundo se irá. Esa es la mayor lástima.

Pensando en eso, en su portentosa voz, Adnowell dio la orden de atacar…




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