Wenkamui

Wenkamui: Dios del Mal



Las leyendas de Masinowa dicen que es el lugar de nacimiento de un Dios del Mal, y por ello es considerada una tierra prohibida. Sin embargo, esta es la interpretación de los Yamajijin, ya que Wenkamui en realidad significa “tierra de origen”.

A causa de una gran erupción por parte del Monte Mifushi, la gente que vivía en las planicies al sur fue despojada de sus residencias, y debieron migrar más al sur. Entonces, esa nueva tierra virgen e incivilizada fue llamada “Wenkamui: la tierra del origen” y vivieron allí. Quien bautizó a Wenkamui fue quien lideró al pueblo todo ese tiempo, Sonigi. Él era un descendiente de la gente que “se bañó en la luz misteriosa” y tenía habilidades excepcionales. Sin embargo, no todos los descendientes de gente que “se bañó en la luz misteriosa” poseen esos poderes.

Todos tienen por igual una especie de marca similar a una serpiente en sus espaldas, aunque el primero en poder “usar” el Kagachi fue Sonigi.

La gente “bañada en el agua misteriosa” trajo una joya carmesí de las ruinas en la isla Junaguni. Esta gema se volvió el tesoro de herencia de los Kagachi, y por generaciones, cargar la espada incrustada con ella era la prueba de ser el líder de Wenkamui.

La gema carmesí trae tragedia a Wenkamui.
Cerca del año 600 Antes de la Historia, una raza de gente gigante llega a Wenkamui. La gente de Wenkamui no podía entender su lenguaje, pero por instinto sabían que estaban en peligro.
Kunigi, el líder del pueblo en ese momento, tomó la espada incrustada con la gema y se impuso ante los gigantes. Éstos abrieron muy grandes los ojos y observaron un momento dudando, susurraron algo y se fueron.

La raza gigante, Gadena.
Vivían en Dalisian, el extremo más al sur de Eijeek. Eran fundamentalmente diferentes a los Humina.
Para empezar, eran bestias sin conocimientos, pero al descubrir la gema carmesí, evolucionaron en una forma de bestia humana, hasta el punto de obtener fuerza y sabiduría.

La joya roja, esa gema carmesí… Ristaccia.
Los Gadenas aspiraban a más maravillas. Ese deseo era tan fuerte como una bestia hambrienta.

Los Gadenas volvieron a Wenkamui una vez más, y tiñeron la tierra de sangre. No les importaba si se resistían o no, forzosamente atacaron a la población de Wenkamui uno por uno. Persiguieron con insistencia a los que intentaban escapar, los asesinaban y se comían su carne. Wenkamui era un mar de sangre, y no tomó mucho tiempo para que se volviera ruinas.

En Wenkamui, Kunigi, quien blandía la espada incrustada con la gema carmesí, luchó sin par contra cada uno de los gigantes. Pero al ver como sus camaradas iban cayendo uno por uno, supo que una gran crisis se acercaba a la raza Kagachi. Kunigi reunió a sus compañeros que quedaban y les dio indicaciones de irse y escapar de Wenkamui.
“Los Gigantes vienen tras esta espada, los traeré a mí y todos ustedes podrán escapar. ¡No dejen que la sangre Kagachi perezca!” es algo que Kunigi debe haber dicho. Kunigi dirigió a sus camaradas hacia la planicie Junabaru, mientras él fue en dirección a la isla Junaguni. De esta forma, no quedó ni una sola alma en Wenkamui.

600 años después.
Después de un largo tiempo de permanecer deshabitada, una vez más un hombre visita Wenkamui.
En su mano, sostenía fuerte esa espada incrustada con la gema carmesí que una vez perteneció a Kunigi.
Ese hombre era Gijiri, el descendiente de los Kagachi.
De esa forma Wenkamui volvió a pertenecer a los Kagachi.

En Wenkamui, Gijiri investigó profundamente a sus ancestros, la gente “bañada en luz misteriosa”, y por qué los Kagachis tienen marcas en sus espaldas y esa habilidad sin igual.
Los que excavaron las antiguas ruinas junto con Gijiri se llamaron “Sazaragi”, y se hicieron reconocidos como infames ladrones.
En el medio de la excavación e investigación, Gijiri pensó “la habilidad que los Kagachi poseen va más allá de la comprensión humana. Entonces, no hay duda que este poder permanece dormido en este mundo”.
Gijiri investigó la conexión entre las reliquias de las antiguas ruinas y la habilidad de los Kagachi, y encontró una forma de mejorar aún más la capacidad de los Kagachi.

Lo que resultó de todo esto son los “Majin”.
Majin, según Gijiri, son la forma evolucionada de los Kagachi.
Las técnicas e ilusiones avanzadas que los Majin pueden utilizar, es prácticamente un poder mágico y sumamente poderoso. Sin embargo, para poder utilizar esa magia, se necesita un gran esfuerzo mental y espiritual, lo que acortaba la esperanza de vida de los Majin.
Gijiri produjo muchos Majins, y no mucho tiempo después, Wenkamui fue llamada “Aldea de Majins”. La investigación en la Aldea de Majins fue hecha en secreto entre Gijiri y los miembros de Sazaragi, por lo que los Kagachi y Yamaji que vivían en la planicie Junabaru desconocían por completo la existencia de la Aldea de Majins.

Incluso entre los Majins que Gijiri creó, un hombre llamado Ido era especialmente poderoso. No sólo por la fuerza de sus hechizos, sino que poseía habilidades anti-magia, con las que podía neutralizar los hechizos de otros Majins. Como mano derecha de Gijiri, él lideró a los Majins de Wenkamui junto con otros Majins, Miyagi y Yakumo.

Al parecer, la manipulación de la vida sí era un tabú después de todo.
Los Majins que perdieron su humanidad se empezaron a rebelar. A causa de su extremo poder mágico, la rebelión de Majins no se detuvo.
Ido utilizó toda la fuerza vital que tenía para lanzar un conjuro supremo anti-magia, y así erigió un sello sobre toda la tierra de Wenkamui.
Gijiri y los Sazaragi se fueron de Wenkamui y se dirigieron al norte, luego de eso trabajaron en las sombras en el centro de Masinowa.
Wenkamui se volvió una tierra deshabitada una vez más.

Así fue como Wenkamui desapareció a los ojos de la historia, pero dejó un enorme legado para el descendiente de Kagachi.
Un cuerpo inmortal que superó el paso del tiempo.

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Última actualización: septiembre de 2023. Recuerden visitar la sección Noticias de la Web para enterarse de las últimas novedades en la página.
 
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